Iniciación a las esferas sacerdotales Osha-Ifa.
Iniciación a las esferas sacerdotales Osha-Ifa.
Iniciación a las esferas sacerdotales osha-Ifa.
Ser sacerdote o sacerdotisa implica entremezclar la personalidad dentro de un conjunto de actitudes de mayor envergadura: humildad, subyugación a los Orisas y a la disciplina ritual son cualidades esenciales que un sacerdote debe alcanzar. Por eso, para el sacerdote Orisa, la modestia y una completa carencia de egoísmo son requisitos indispensables para alcanzar la auténtica sabiduría sacerdotal yoruba.
El proceso para convertirse en sacerdote yoruba está definido por diferentes etapas de ceremonias rituales junto con las enseñanzas pertinentes. Los neófitos que se embarcan en este viaje deben encontrar primero un babalawo (sumo sacerdote) u olorisa (sacerdote o sacerdotisa Orisa) que les proporcionarán la iniciación, la educación y la paciencia que tanto se necesitan. Entre el novicio y el sacerdote o sacerdotisa debe haber, relativamente, pocos conflictos o “malas vibraciones”. Ambos tendrán que trabajar en armonía para conseguir su objetivo, que consiste en hacer progresar al novicio hasta que alcance el punto de sabiduría, comprensión y capacidad sacerdotal.
No todas las personas que se adentran en las prácticas Orisa tienen que ser iniciadas en la orden sacerdotal. Muchos se conforman con alcanzar alguna de las distintas etapas que le son asequibles. Yoruba proporciona dos niveles básicos de realización sacerdotal. A continuación ofrecemos una descripción de dichos niveles.
Ileke
Es el primer nivel sacramental al que accede una persona dentro de la religión, es lo que llamamos el “Bautizo Yoruba”. Los Ilekes son collares de abalorios de carácter religioso que marcan el primer nivel de compromiso real por parte del novicio, a la vez de que son una gran protección espiritual para su portador. Al iniciado le son entregados usualmente cinco Ilekes. Cada uno de ellos representa a un Orisha:
1• Blanco: Obatalá
2• Negro y rojo: Esu/Elegua
3• Amarillo y ámbar: Osún/Oshún
4• Azul y cristal: Yemoja/Yemayá
5• Rojo y blanco: Sangó/Shangó
Los Ilekes son consagrados por el sacerdote y/o sacerdotisa que preside. En su confección –entre otras acciones litúrgicas de consagración-, se lavan y sacramentan en una solución (omiero), de ewé (hierbas), ebó (sangre de sacrificio) y efún (tierra sagrada).
Los Ilekes se lavan en la solución y se consagran, así reciben el Ashè, el cual se revertirá al devoto con la esencia de los Orisas.
La persona recibe el “Bautizo Yoruba” conjuntamente con estos Collares de Fundamento (la cantidad depende de los Orisas que autoricen el uso de su collar), así como un Esu/Elegua “espiritual” (de coco), con el cual la persona comienza un proceso de adaptación y aprendizaje en el trato con el Orisa. Este nivel sacramental lo otorga normalmente el/la Olorisa (sacerdote o sacerdotisa Orisa), también (aunque menos frecuente), lo puede otorgar el sumo sacerdote de Ifá (el Babalawo o Iyalawo, en aquellos casos en los que no se cuente con la presencia los primeros. Ileke es un acto elemental de consagración y a partir del mismo el iniciado puede comenzar sus estudios religiosos a través de los materiales de estudio que le deben ser entregados por sus padrinos o mayores espirituales.
Ajagun
Este es el segundo nivel sacramental en el cual la persona recibe los denominados Fundamentos de los Orisas Guerreros “Elegua, Ogún, Oshosi y Osanyin”, los “Obis Consagrados para la adivinación”, y opcionalmente también podría recibir los Ilekes de estos Orisas si así es determinado por el oráculo (por Ifá).
La palabra Ajagún, en lengua yoruba, significa “guerreros”.
El Ajagún comprende Esu/Elegua, Ogún, Oshoosi y Osun/Osanyín.
Su misión consiste en proteger al aborisha de la destrucción oponiéndose a las fuerzas espirituales del mal (Ajogun), y a las personas oponentes (omo-aiye), o enemigos. Esto no debe interpretarse, de ninguna manera, como hechicería o brujería. Todos los sistemas religiosos proveen a sus creyentes de protecciones contra las fuerzas espirituales negativas. Yoruba no es diferente en eso.
Los templos o Ilés que expresan amor y luz infunden esa energía en el Ashé del Ajagún consagrado. Al hacerlo así, la protección es una respuesta honorable de las fuerzas angelicales. En consecuencia, poco hay que temer ya de la “fuerzas negativas” o Ajogun.
Los templos o Ilés que expresan conflicto y confusión conceden esta energía al Asé del Ajagún así como la nefasta perpetuación de la misma. Recibir Ajagun representa una gran protección espiritual, así como un paso de avance en la escala espiritual.
En este nivel sacramental el devoto se inicia en las artes adivinatorias, pues es aquí donde recibe sus “cocos consagrados” para comunicarse con sus Orisas. Ajagun o los “Orisas Guerreros” solamente pueden ser confeccionados y entregados por el sacerdote o sacerdotisa de Orunmila (el babalawo o la iyanifa).
Los Olorisas no poseen el Ashé, y por ende, la autorización necesaria para entregar este Fundamento Sagrado, pues Ajagun es prerrogativa absoluta de Ifá, no de Orisa. Este es un nivel medio de consagración religiosa.
Onifa
Este ritual ceremonial aún implica más al iniciado con el Ashé de Orunmila y los Odu del Corpus Ifá.
Los devotos reciben los objetos consagrados de Orunmila: los ikin (16 en la rama Tradicionalista, y 19 en la rama Afrocubana), Ileke de ablorios marrón/carmelita y/o amarilla y verde, y el Idé (de abalorios del mismo color que el Ileke que forma una pulsera).
El Idé se lleva en la muñeca izquierda y es el símbolo de Orunmila, para Ikú (la muerte), de que el devoto portador es un “hijo del profeta” y no debe ser llevado antes de que llegue su hora y sin el previo conocimiento de Ifá.
El babalawo utiliza su ikin, para decidir el Odu, que los discípulos celestiales se presentan para guiar al iniciado en su santidad y a la sabiduría divina.
El iniciado es instruido sobre el modo de orar con el ikin y el modo de invocar a su Odu para obtener auxilio en la tierra y progreso espiritual.
Sólo el babalawo puede preparar este Fundamento Sagrado y presidir este ritual, pues el mismo es prerrogativa exclusiva de Ifá.
En este nivel de consagración, el devoto se va iniciando en el Corpus Ifá. Este es un nivel medio-alto de consagración.
Elehan (Sacerdocio de Orisa).
Aquellos que llegan al nivel “Elehan”, o que atraviesan el ritual conocido como “coronación o asiento” de su Orisa Gobernante se convierten en sacerdotes y/o sacerdotisas Orisa, o sea, en “Olorisas”, denominación que se refiere a los babalorisas (sacerdotes Orisa), y a la iyalorisas (sacerdotisas Orisa). Estos olorisas se especializan en la liturgia correspondiente al Orisa que tienen “coronado”, o sea, que solamente son sacerdotes y/o sacerdotisas de un Orisa determinado.
En este sistema, toda persona que atraviesa por el ritual “Elehan”, sólo recibe el Fundamento del Orisa que corona o asienta, y se sobreentiende que previamente debe haber sido consagrada en “Ileke” y “Ajagun”. De no ser así, estas consagraciones tendrán que ser recibidas en última instancia conjuntamente en la ceremonia “Elehan”, excepto “Onifa”, la cual opcionalmente podrá ser llevada a cabo después de la coronación.
Al sacerdocio Orisa se llega por prescripción directa de los Orisas a través de la adivinación porque dicha persona tiene misión espiritual de ayudar a los demás, por iniciativa propia previa autorización de los Orisas, por que dicha ceremonia haya sido prescrita para librar a la persona de una enfermedad determinada, o para el desarrollo espiritual y trascendental de la persona. En cualquier caso siempre la coronación deberá ser confirmada por Ifá a través del babalawo o la iyanifa, independientemente de que el Obi o el Dilogun del Olorisa hayan dictaminado un Ita en dicho acto litúrgico.
Los olorisas que pretenden trabajar la religión ayudando espiritualmente a sus semejantes tienen la obligación de estudiar y prepararse adecuadamente. Deben conocer la lengua sagrada, los actos litúrgicos y dominar los oráculos del Obi, Ogbon “coco” el Obí Abatá “nuez de kola” y el Dilogun “caracol”, únicos medios de expresión de los Orisas que ellos representan.
Es responsabilidad de todo babalorisa e iyalorisa activo (que trabaje con el público), conocer el culto a los Ancestros, el empleo de Adimú para la transformación, y en sentido general, llegar a elevados grados de profesionalidad religiosa y de desarrollo místico.
Aquellos olorisas que lleguen al sacerdocio por enfermedad “no pueden trabajar la religión” (la liturgia, los oráculos, etc.). Éstos solamente tienen la responsabilidad de atender a los Orisas y participar en labores de apoyo en determinadas ceremonias a las que sean invitados por sus mayores religiosos, y porque éstos entiendan que dicha participación será beneficiosa para ellos.
Los sacerdotes y/o sacerdotisas Orisa (olorisas), en la Religión Yoruba, poseen sus propias responsabilidades, pero religiosamente están subordinados a los sumos sacerdotes y/o sacerdotisas de Ifa (los babalawos e iyanifas), los cuales –se supone-, poseen un mayor nivel de preparación religiosa que les coloca a la cabeza del culto a los Orisas.
En esta etapa se proclama al iniciado apto para servir como sacerdote o sacerdotisa de la religión. Ha demostrado su grado de compromiso y ha superado la prueba impuesta por los Orisas, los ancestros y los padrinos. Existen diversas razones que explican la llamada al sacerdocio. Algunos son llamados por razones espirituales que solo les conciernen a ellos mismos y trabajan muy poco con los demás; otros están llamados a ser mensajeros (Ojise Olorun); otros son llamados con el fin de servir a los Orisas para salvarse a sí mismos, o a los que aman, de graves enfermedades.
El elehan tene una duración de siete días. Durante este tiempo el iniciado (iyawo–novia del Orisa) está dispuesto a sufrir una serie de pruebas y enseñanzas para que lleguen a cristalizarse las facultades y conocimientos sacerdotales. Deberá residir en el templo (Ilé) todo el tiempo.
Durante este período todo se centra en el ayuno, la abstinencia, el estudio interior, la adquisición de conocimientos sobre el Orisa, la adivinación y los sacrificios diarios.
Los tambores, la danza religiosa y la adoración comunal también forman parte de la iniciación. El templo está lleno de imágenes que reflejan los orisha (ere orisha), los cuales “poseerán la cabeza” del nuevo o’lorisha.
El tercer día, aproximadamente, se lleva a cabo la adivinación. Es el día del ita. El ita revela, a través de los odu, los mensajes que deberán ser seriamente contemplados por el nuevo sacerdote, y sobre los que habrá que obrar en consecuencia, durante todo el tiempo de su práctica sacerdotal.
El período de aprendizaje dura entre tres meses y un año, dependiendo de la voluntad del orisha, tal y como queda determinado por la adivinación.
Sólo quienes hayan realizado elehan podrán presidir a aquellos que lo estén realizando. El sacerdote o sacerdotisa que preside es responsable del progreso del iniciado durante el período de elehan, o en mayor grado, cuando el iyawo sea capaz de establecer y conservar su propio templo y sus “ahijados”. Al otro sacerdote o sacerdotisa se le considera el ajubona o instructor.
El oyubona/ajubona tiene la responsabilidad de enseñar al iyawo los conceptos que forman la religión yoruba y desgranar las revelaciones del padrino para llevar a término logros más factibles.
El último día de elhan, el iyawo recibe el odu-orisha en un recipiente de madera o arcilla que contiene el ashe del orisha específico. En el interior, el ashe está simbolizado por los objetos religiosos consagrados al orisha. Los objetos se han consagrado mediante lavados con hierbas, sacrificios de sangre, purificación con incienso, ofrendas de fruta, cantos y oraciones.
El sistema del Nuevo Mundo o afrocubano, consiste en hacer ofrenda al “orisha corona” junto con otros cuatro del grupo. Por ejemplo, si el aborisha que está realizando elehan va a ser sacerdotisa de Oshún, también habrá de recibir a Elegba, Obatalá, Shangó y Yemoya.
El método yoruba tradicionalista u ortodoxo, consiste en hacer ofrenda sólo al orisha que es “orisha corona” del iniciado. Ningún otro orisha es recibido durante el elehan a menos que así lo determine la adivinación.
La función de los rituales iniciáticos consiste en fortalecer más la esencia del orisha dentro del devoto. Cuantos más rituales se realizan, más se solidifica y lleva a efecto dicha esencia. La esencia, entonces, afecta al ser del devoto, quien ahora se convierte en un elemento activo de ella dentro de la familia, la comunidad, la nación y el mundo. Quienes superan los distintos niveles deben intensificar sus vidas ofreciendo oración, devoción y sacrificios constantes a los orisha.
Los que se hayan convertido en sacerdotes han de comprender su posición tal como la contemplan los ojos del cielo más que los de la tierra. Los sacerdotes tienen el sagrado deber de proclamar y reafirmar la divinidad de los seres humanos. Es decir, que trabajan por exaltar la vil naturaleza humana hasta alcanzar la naturaleza divina.
ITEFA (Sacerdocio de Ifá):
Quinto nivel sacramental. Sacerdocio de Ifá. Aquí nacen los bablawos, los sumos sacerdotes de La Religión Yoruba Afrocubana, Tradicional y/o Ancestral, los encargados de dirigir el culto a los Orisas. Aquí se reciben y se completan los 32 ikines sagrados (más ocho adele), que completan el Fundamento completo de Orunmila. También se reciben el opón Ifá, el Opele, el Irofá, el Iroké (denominados parafernalia de Ifá), y los secretos del Orisa.
Los niveles sacramentales señalados siempre deberán ser cumplidos en escala de menor a mayor, o sea, que nunca podrá accederse a un nivel sacramental superior si antes no se ha cumplimentado con el inmediatamente anterior. Podrá darse el caso de personas que reciban Ajagun conjuntamente con Ileke; de personas que reciban Onifa o Isefa conjuntamente con Ajagun e Ileke, y hasta personas que reciban Elehan conjuntamente con Ileke, Ajagun y Onifa (este último opcionalmente).
El nivel awofaca, icofa, Isefa u Onifa (Mano de Orunmila), no es requisito indispensable para recibir Elehan. Esta consagración podrá ser recibida posteriormente a la coronación o asiento de sacerdocio Orisa. Para Itefa será necesario un mínimo de dos años de haber recibido la consagración en Elehan. Un sacerdote de Ifá primeramente debe haber sido olorisa, y dicha condición, incluidas sus responsabilidades inherentes, nunca las pierde a pesar de sus responsabilidades como awo de Orunmila.
Los niños y/o menores de edad que carecen de la madurez necesaria para que se les responsabilice con la atención periódica de ciertos Fundamentos Orisa como Ilekes, Ajagun, Onifa, Elehan e Itefa, podrán recibir las consagraciones correspondientes, pero los Fundamentos Orisa les podrán ser entregados con posterioridad a una edad adecuada cuando estén en condiciones de cumplir con los compromisos religiosos de atención que ello requiere. De cualquier manera esto lo determinará la adivinación.
Los que llegan a ser babalawos son los sumos sacerdotes en el sistema religioso-cultural yoruba. Se les honra por su humildad, convicción, fe, integridad y sinceridad. Orunmila dejó un código de conducta esencial y riguroso a los sacerdotes mayores de Ifá para asegurarse de que los ideales de esta orden no llegarían a corromperse. Los sacerdotes que no cumplan el código serán castigados por Orunmila.
El entrenamiento del sacerdote Ifá es un ejemplo de sacrificio en el empeño humano.
El propósito del entrenamiento consiste en proporcionar al sacerdote una actitud disciplinada hacia los problemas de la vida.
Este será, por tanto, el objetivo final del entrenamiento prepararle adecuadamente para enfrentarse a las graves responsabilidades de los puestos importantes de la comunidad.
La iniciación Ifá sólo se realiza por miembros masculinos de la cultura.
Las mujeres también han explorado las intensas energías que se encuentran.
Las mujeres que han sido ordenadas iyalawo deben respetar estrictamente las reglas para ser admitidas.
Los niños a quienes se les adivine que se convertirán en babalawos comienzan los rituales auténticos a los siete años.
Los miembros más viejos de la cultura también pueden ser iniciados si así se revela en Ifá.
El proceso ritual para la iniciación de un babalawo se denomina ITEFA. Este proceso dura de tres a catorce días y está presidido por un babalawo.
Al aspirante se le afeitan todos los pelos faciales y es conducido al igbodu (cuarto o cabaña sagrada construida para este ritual). En el interior el babalawo iniciado sufre las pruebas secretas.
A su termino surge el kekero awo (el pequeño babalawo). Ya está preparado para:
1• estudiar el Corpus Ifá
2• aprender la técnica de los utensilios adivinatorios
3• adquirir maestría en las técnicas de sacrificio y los rituales
4• convertirse en el epítome de naturaleza divina entre las gentes
Los Babalawos:
Al abordar tanto este tema como el de la religión en general, vale la pena aclarar que nos estamos refiriendo específicamente a tal y como es entre los pueblos yoruba de Nigeria. Resulta importante esta aclaración, pues existen tradiciones similares, aunque con determinadas diferencias, por ejemplo: entre los igbo, los nupe, los gwari y los jukun en Nigeria, así como entre los yoruba de Togo, Benin, y los creyentes de Cuba, Brasil, Puerto Rico, Venezuela, México, Miami y otros pueblos de América Latina, donde la tradición religiosa yoruba es fuerte, aunque esté sincretizada con el catolicismo e indigenismos.
A los babalawos se les considera custodios de los instrumentos de adivinación. Ellos son los sacerdotes de Ifá u Orunmila. En Nigeria usan vestidos de azul claro y se adornan profusamente con cuentas, entre las cuales está el IDE, el cual atan a las muñecas y el cuello. Otro elemento que los distingue es el JERUGBE, un bolso hecho de tela que la mayoría de ellos se cuelga al hombro. Es debido a este hábito de cargar un bolso que se utiliza el término AKAPO (cargador de bolso) para referirse a un sacerdote de Ifá. Es también costumbre que el babalawo lleve consigo un IROKE.
Según Abimbola Wande, existen cinco niveles sacerdotales de Ifá:
La primera y más importante está compuesta por babalawos OLODU. Estos son los más calificados, pues a la vez que adivinadores son curadores.
A la segunda categoría pertenecen aquellos que, aun cuando no han sido iniciados en los secretos de Odu, poseen todos los artículos de adivinación de Ifá y están completamente autorizados a practicar el arte de la adivinación.
En tercer lugar se encuentran los que tienen todos los artículos de adivinación, pero les está prohibido usarlos para consultar a gente fuera de su propio hogar.
Como cuarta categoría están los curadores que consultan solo para ver los problemas relacionados con la salud.
A una quinta categoría pertenecen aquellos que siendo sacerdotes y/o sacerdotisas de Ifá no son adivinadores ni curadores, aunque han recibido cierto entrenamiento. Tienen todos los artículos de Ifá pero no los utilizan.
Cada pueblo, villa o aldea yoruba tiene su propio sacerdote de Ifá (Oluwo). En cada reino yoruba estos se ajustaban según jerarquía. Un buen ejemplo de la organización jerárquica lo tenemos en el viejo reinado de Oyó donde existía una doble dirección en la jefatura del culto. Había un líder político a quien se le llama ONAILEMOLE, y un líder religioso conocido como ARABA.
Después del Arabá está el Oluwo, que es el alto sacerdote de Ifá para una ciudad o comunidad en particular.
Del Arabá hacia abajo hay otros 16 jefes mayores de Ifá. Existen, sin embargo, muchos otros jefes menores responsables del culto de Ifá en comunidades muy pequeñas. Además cada Oluwo tiene su propio séquito de otros 16 jefes que le asisten en la administración del culto, en su propia área. A veces un jefe subordinado al Oluwo tiene también bajo su mando a un número de jefes responsabilizados con tareas menores como la de solucionar disputas entre los miembros del culto.
En su libro “Ifá An Exposition of Ifá Literary Corpus”, Abimbola señala, que el culto de Ifá no es un secreto aunque algunas de sus deliberaciones no pueden ser conocidas por los no iniciados. En otra de sus obras, “Sixteen Great Poems of Ifá”, el mismo autor escribe que el culto Ifá es una sociedad sem-isecreta. De hecho la palabra que se usa para describir el culto entre los yoruba es AWO que significa “secreto”. La palabra Awo también puede usarse para referirse a cualquier acuerdo, conocimiento o sociedad de carácter secreto. La palabra yoruba para describir a un sacerdote Ifá es babalawo que puede traducirse como “padre de los secretos”.
Abimbola, al abundar sobre el calificativo de semi secreta, explica que es una sociedad secreta en el sentido de que solo los iniciados son admitidos dentro del culto y se les permite tomar parte en los rituales, mientras que por otra parte es abierta, por cuanto que a ella pueden pertenecer todos aquellos que estén dispuestos a someterse a los largos años de riguroso entrenamiento.
En cuanto a las mujeres, éstas no pueden ser Oluwos ya que no les está permitido poseer el Fundamento de Odu (Igba Iwa).
Para ser babalawo se requiere un profundo y tenaz espíritu de sacrificio, una férrea voluntad y disposición física y mental para memorizar, aunque esto último hoy en día no es tan importante, ya que lo que más interesa ahora es el Ashé y la capacidad interpretativa y de razonamiento de la persona.
En tiempos antiguos, los babalawos eran guardianes, consejeros, filósofos y médicos de sus distintas comunidades. Por lo tanto, el objetivo primario en su formación era prepararse para hacer frente a las serias responsabilidades que tendrían que asumir.
La mayoría de las personas comienzan su formación como sacerdotes de Ifá entre los siete y los doce años de edad. Si el entrenamiento marcha bien y el (la) aspirante es inteligente, la preparación no dura más de diez o doce años.
Se afirma que muchos de los que comienzan no concluyen el entrenamiento, debido a diversos factores entre los cuales está el rigor mental y las extremadamente duras condiciones de vida que implica el mismo. En la mayoría de los casos, los aspirantes viven con sus maestros y/o padrinos, ayudándoles en los asuntos domésticos o en sus fincas. Algunos de los que se inician, que son casados y tienen hijos, generalmente prefieren retornar a sus casas cada noche después de haber concluido la lección.
Durante el periodo de permanencia con el maestro, el novicio se sienta cerca del mismo, siempre que se esté efectuando una consulta u ofreciendo un sacrificio. Él escucha atentamente a su maestro, mientras este canta e interpreta los poemas. También ayuda sosteniendo el instrumento de adivinación que use el maestro. Junto con el cliente canta el refrán de cada poema. Adicionalmente, el awo envía a su discípulo a coleccionar los materiales que se necesiten para la realización de sacrificios o para la preparación de medicamentos. De esta forma, el aspirante se va relacionando con el medio ambiente.
El proceso de formación comienza enseñando al futuro sacerdote cómo utilizar los medios del sistema de adivinación. Esto incluye la cadena de adivinación (Opele), y los Inkines, palmiches sagrados que se usan para encontrar el Odu y el Ese adecuados, relacionados con el cliente específico. Esta parte de la enseñanza se conoce como DIDA-AWO. Se le enseña cómo conocer las distintas combinaciones de las mitades de semilla de nues de cola de la cadena, que se compone cada Odú. Cada dos días el alumno aprende un Odú o en el caso de aspirantes perezosos, aprende un Odú a la semana. Esto depende de la capacidad mental que se tenga. Esta parte del entrenamiento no concluye hasta que no se logre utilizar la cadena para reconocer los signos respectivos de los 256 Odú en el cuerpo de adivinación de Ifá.
Luego que se ha dominado el uso de la cadena se pasa al conocimiento de los palmiches sagrados, es decir, el ikin. Esta parte es conocida como ETITI ALE, y consiste en aprender como utilizar los palmiches sagrados para encontrar el Odú adecuado, haciendo las marcas en el polvo amarillo denominado Iyeirosun o Iyerosun. Como el sacerdote utiliza los palmiches sagrados con menos frecuencia que la cadena de adivinación, a esta parte del entrenamiento se le dedica menos tiempo.
La etapa más importante del estudio para sacerdote Ifá es el aprendizaje de memoria de un número de Eses o poemas de cada uno de los 256 Odú. Se presta particular atención a los 16 principales. Las investigaciones realizadas indican que no está establecido que cada entrenado antes de calificarse para la iniciación tenga que aprender un determinado número de Eses, pero parece que en la antigüedad nadie podía ser respetado como un buen babalawo a menos que conociera de memoria por lo menos 16 Eses, en cada uno de los 256 Odú. En Nigeria se considera que actualmente la mayoría de los sacerdotes Ifá conocen menos de 16 Eses en cada Odú.
Se memoriza un Ese cada día. En el caso de los que son muy largos, el maestro sacerdote puede dividir el Ese en dos o tres partes y dedicar un día de instrucción a cada parte. Cada Ese se aprende en forma de recitación en su primera instancia. El maestro sacerdote dice una oración completa cada vez y los entrenados la repiten varias veces hasta que son capaces de retener en su memoria la oración completa. Esto se realiza con cada oración hasta que memoricen todo el Ese.
A todo este proceso se le llama RIRAN-IFA. El aprendizaje de cómo cantar el Ese se reserva para una etapa posterior al entrenamiento. Sin embargo, un entrenado inteligente adquiere el arte de cantar el verso de Ifá imitando a su maestro, cuando este canta el Ese Ifá todos los días durante el proceso de la adivinación. Un entrenado también puede aprender a cantar asistiendo a las asambleas regulares de los sacerdotes. El Ese se memoriza con una reverencia tan grande que no se olvida ni una sola palabra. Se considera un gran sacrilegio que alguien adicione o quite algo del cuerpo literario de Ifá.
Otra parte importante del estudio de Ifá es el aprendizaje de los sacrificios adecuados que se deben pedir a un cliente. El nombre de la sección del cuerpo literario en que se brindan instrucciones detalladas sobre los distintos sacrificios es el de OKARARA-EBO. Esta parte es compleja y confusa, ya que cada Ese Ifá tiene su propio sacrificio. Por tanto hay que aprenderse un número de artículos requeridos para el sacrificio, entre los que se encuentran telas, dinero, comidas, frutas, bebidas frescas, etc. Además hay que aprenderse el proceso correcto de utilización de estas cosas para el sacrificio.
Cuando el maestro considera que el alumno ya está apto, entonces aprueba su iniciación. Esta tiene cuatro etapas fundamentales:
- La primera etapa es conocida como SISI OPELEJA (ceremonia que marca el dominio de Odú utilizando la cadena de adivinación u Opele). Esta es una ceremonia muy importante que implica ofrecimiento de sacrificios a Orunmila y una fiesta para todos los sacerdotes Ifá de la comunidad en cuestión. Esta actividad que dura un día, implica el uso de la siguiente comida, tanto para el sacrificio como para la fiesta: Ekó (atol sólido de maíz); Abo-Adie (gallina); Eku (rata); Eja (pescado); Iyan (puré de ñame) y Oti (bebidas espirituosa).
- La segunda etapa de los rituales de iniciación implica la propiciación de Eshú. A esta ceremonia se la llama GUIGUN ESHU (elaboración de los artículos de EsHú). Se hacen también sacrificios para este y Orunmila.
- La tercera parte se conoce como FIFOJU KAN ODU (iniciación en los secretos de Odú). Durante la ceremonia se agasaja a varios sacerdotes de Ifá y se abre, ceremoniosamente, para que estos (solo los hombres), lo vean, el recipiente sagrado que se cree que es la morada de Odú (Igba Iwa), la mística esposa de Ifá. Los sacerdotes de Ifá miran dentro del recipiente sagrado uno después de otro. El contenido real de este recipiente no se revela al no iniciado: la información sobre esto es tratada como un secreto mayor del culto Ifá.
Durante la ceremonia de iniciación de Odú hay mucho toque de tambor, danzas y cantos a intervalos apropiados. Uno de los Ese Ifá que usualmente se canta durante esta ceremonia dice:
Los niños pequeños no ven a Odú gratis Los viejos nos ven a Odú sin pagar una cuota El que ve a Odú se convertirá en sacerdote de Ifá Se hizo la adivinación de Ifá para Orangun de Ila. ¡Quién a un visitante de la ciudad de Idan! Se le dijo que cuando viera al visitante debía empezar a cantar, Hemos visto a Odú, Hemos encontrado buena fortuna, Hemos ciertamente visto a Odú, No moriremos, Hemos visto a Odú, Hemos encontrado buena fortuna.
Cuando termine la sesión de mercado, el jefe de los mercaderes se queda. Algunos ancianos importantes también se quedan.
Cuando Ifá se hace difícil, Los sacerdotes menos calificados se levantan y se van. Se hizo la adivinación de Ifá para Orunmila. Cuando Ifá iba a ver a Odú En la colina de Ikefun, Hemos visto a Odú, Hemos encontrado buena fortuna, Hemos ciertamente visto a Odú, No moriremos, Hemos visto a Odú, Hemos encontrado buena fortuna.
La cuarta y última etapa de la iniciación es conocida como IGBO IFA (entrada al bosque sagrado de Ifá). Esta es la más elaborada de todas las etapas. Para la ceremonia se requiere de más de 200 productos diferentes, incluyendo la comida, bebida, telas, cuentas y muchos otros materiales. La misma dura varios días en los que se celebra fiestas, danzas y cantos. Se ofrecen sacrificios a varios dioses, incluyendo a Orunmila y Eshú. Cuatro o cinco sacerdotes, jefes del culto, conducen al futuro babalawo al bosquecillo sagrado donde lo examinan detenidamente sobre los diferentes aspectos del cuerpo literario de Ifá.
Durante toda su permanencia en el bosque, el futuro awo se ata un pedazo de tela blanca alrededor del cuello y de la cintura. Sale del monte encabezando una larga procesión de miembros del culto que danzan y cantan. Uno de los cantos para esta ocasión puede ser:
Te hemos iniciado en los secretos de Ifá; Debes reiniciarte tu mismo. Así fue como se inició EJI-OGBE Pero se precipitó en el bosque, Te hemos iniciado en los secretos de Ifá, Debes reiniciarte tu mismo, Si llegas a la cúspide de la palma, No te sueltes las manos
Para un buen sacerdote y/o sacerdotisa de Ifá su formación no termina con las ceremonias de iniciación, ni siquiera con el desarrollo de la misma, para él o ella siempre será un proceso continuo que durará toda la vida. Durante su entrenamiento se le ha inculcado fuertemente que para él o ella constituye un deber ayudar a los clientes en todos sus problemas, y donde fracasara en conocer las respuestas inmediatas, debe ser capaz de saber dónde y cómo encontrar la información útil y apropiada para ayudar a quien le consulta.
Como ya se ha mencionado, el primero de los cuatro días de la semana yoruba es consagrado por los sacerdotes a la adoración de Ifá. En este día ellos se reúnen en la casa del Oluwo, y comen, beben y ofrecen sacrificios a Ifá. No es inusual que en estas congregaciones se canten extractos del cuerpo literario de Ifá. Se canta y baila alegremente por toda la casa.
En la mayoría de las comunidades yoruba los sacerdotes de Ifá se reúnen también una vez al mes y anualmente se celebra una importante reunión considerada un festival que se conoce como MOLE. Entre todas estas actividades se destaca el canto de los textos de Ifá conocidos como IYERE. El canto del IYERE es un arte bien desarrollado entre los awoses y se ejecuta en forma coral dirigido por alguien que cante bien. Para cada oración completa cantada correctamente por el conductor del canto, los otros sacerdotes y/o sacerdotisas de Ifá corean HAN-IN que significa “sí, está bien”. Sin embargo, si el conductor no ha cantado bien una oración los otros awoses se lo hacen saber y le piden que corrija el error. Si comete otro error más, pueden callarlo a gritos y otro sacerdote que esté seguro de sí mismo, lo sustituye de inmediato. Este acto de llamar la atención fuertemente al equivocado no debe verse como algo grosero, sino que forma parte de la tradición. Cuando un awo cometa errores serios al cantar y se niegue a dejar de hacerlo, desafiando el expreso deseo de la congregación, el (la) mismo(a) puede ser expulsado de la actividad.
Es preciso señalar que antiguamente, en la tierra yoruba, los sacerdotes de Ifá eran muy pobres. A ellos no se les pagaba por los servicios que prestaban a la comunidad. Se mantenían con determinada parte de los ofrecimientos dados a Ifá y a veces de los regalos hechos por los clientes.
No ha sido norma que un babalawo utilice su posición para enriquecerse. Si una persona es muy pobre y no puede pagar regularmente el precio establecido para la adivinación, el awo debe hacerla gratis y si la persona no puede conseguir los medios para el sacrificio indicado, el babalawo deben aceptar lo que aquella pueda conseguir y traducir el mandato.
Abimbola Wande señala que un atributo importante de todos los sacerdotes de Ifá, sea cual sea su jerarquía en el culto, es la humildad. Esta se manifiesta lo mismo en su apariencia que en sus modales. Esto es el resultado de la gran disciplina y perseverancia que implica su entrenamiento. No hay duda de que entre los yoruba, el culto a Ifá, es el más importante de todos
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